sábado, 3 de julio de 2010

00204-SEMEN RETENIDO, VENENO ES

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Hace unos días, en la pantalla de un televisor, en un programa sobre animales podía verse como un joven león derrotaba a un viejo león en una lucha por la posesión de un poder. Mientras los dos machos ponían en juego sus orgullos masculinos, fijaban las leones y sus crias sus miradas en el acontecimiento sobre el que nada podían decidir, ni intervenir podían ni podían opinar. En aquellas miradas, de hembras y crias, se situaba la incertudumbre que, de pronto, había nacido ante ellos, y que el transcurso de la lucha, que tenía lugar, crecía y maduraba en busca de un final que sería el resultado cierto de su futuro. Cuando el joven león sentenció a su favor el resultado, fijo su orgulloso porte en aquel que abandonaba el campo que había sido su serrallo. El joven león encaminó sus pasos hacía la manada, buscando, cazando y dando muerte a las crias. Ninguna leona opuso resistencia, y todas las leonas ofrecieron su trasero al vencedor para uso de éste.

El Locutor-Naturalista afirmó que cuanto allí se había visto era tan solo el resultado de una necesidad natural habida en el joven león como era la de perpetuar sus genes, y considerando que, al portar crias las leonas, éstas no estaban en celo, era necesario ponerlas en necesidad, lo que se conseguía matando a las crías.

El argumento del segundo párrafo, basado en los acontecimientos descritos en el primero, no convenció a Cómodo Centón, quién comprendió que la conclusión del Locutor-Naturalista lo era del todo muy naturalista, ya que venía siendo consentido por la Madre Naturaleza. ¿De verdad siente el joven león la necesidad de trasladar sus genes a una siguiente generación de leones, entre los cuales puede estar el joven león que un día acabe con su vida? dijo Cómodo Centón; no, definitivamente el joven león carece de semejante idea. ¿No será que las bolas del joven león estaban hasta el mismo borde de semen llenas, y que ese líquido, en su naturalista tránsito, pedía trasladarse de domicilio? se preguntó Cómodo Centón.

Pero si algo llamó especialmente la atención de Cómodo Centón fue la evidente ausencia del amor de madre en aquellas leonas que consistieron el asesinato de sus hijos y la posterior posesión por el asesino de sus hijos.

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